El también me miraba
Sergio era moreno, tenía 19 años y un físico esculpido, muy deseable. Era de una provincia vecina en mis años de seminario. Habíamos empezado en el mismo curso y desde que lo había visto enfundado en unos jean gastados que le quedaban al cuerpo comencé a desearlo. Creo que mucho más que deseo, era un delirio, como algo inalcanzable, una idolatría donde decíamos amar al único Dios. Como mi director espiritual me lo había aconsejado, pensar en Sergio aunque más no fuera unos segundos, era “un mal pensamiento que tenía que apartar de inmediato”, a veces sin querer apartar del todo lo delicioso de recordar su cuerpo tan moreno y deseable me producía una erección muy fuerte e incontrolable. Yo tenía solo 18 años… Cuando por las tardes íbamos a ducharnos al baño común, sentía por arriba de la pared baja el agua cayendo sobre su cuerpo deseado y la erección me ponía loco, cambiaba por agua fría y era peor, al salir sentía mi cuerpo hirviendo… A veces escuchaba como se jabonaba y yo ...