Placer y sorpresa
La tarde del domingo la pasaron chateando, tratando de
conseguir alguien que quisiera hacer un trío con ellos, pero no
habían logrado conseguir alguien de su gusto y con la onda como para gozar de un
buen momento en grupo.
Carlos y Agustín estaban calientes, viendo fotos de desnudos
que intercambiaban con los chicos de una red social. Ya era noche y no
conseguían satisfacer esas ganas que cada vez crecían más y más…
-¿Y si sacamos el auto y nos vamos al parque?-, propuso
Agustín.
-Vamos a ir a pedo, no se consigue gente a esta hora-,
replicó Carlos.
-Vamos y veamos, esta hora es buena, siempre hay alguien.
-Bueno, te hago caso porque sos “parquero”, y sabés bien
dónde y a quién tirar onda- se convenció Carlos.
Apenas llegaron al sitio más típico de joda, vieron a un
hombre moreno y bajo parado en una esquina.
-Y ese?, preguntó Carlos al “experto”-.
-Pasá de nuevo, creo que quiere joda, se tocó el paquete con
insistencia. Da la vuelta, le dijo Agustín.
Carlos obedeció excitado e incrédulo con la visión de aquel
hombre de buenas formas que los provocaba.
Pasaron a su lado despacio, con las luces de posición
solamente. El moreno los miró fijo y sacudió la lengua de un lado a otro. No
podían creer lo descarado del gesto.
-Pará, pará! Dijo excitado Agustín-. Apenas se detuvo el
auto el hombre se acercó a ellos. Se agachó hacia la ventanilla y dijo:
-Hola, cómo están?
-Agustín le preguntó: ¿querés subir? El moreno, que luego
supieron se llamaba José, no dudó y los dos se subieron en el asiento trasero
del coche.
Fueron hacia un lugar más oscuro. José y Agustín empezaron a
darse besos de lengua y a acariciarse muy fuerte, parecían pegados. Carlos al
verlos así se quiso sumar transando al moreno y saboreando sus besos
apasionados.
Agustín, sin dudarlo, bajó la bragueta de José y extrajo un
pene grueso y oscuro de su interior. Era una verga muy grande. Lo masturbó un
instante y se inclinó sobre las entrepiernas del moreno lamiendo con pasión su
miembro.
Carlos, que no quería ser menos, se dio vuelta de nuevo y trató
de tragarse toda el sable de José. El desconocido excitado desprendió y se bajó
la bermuda que tenía puesta. Era impresionante su verga. Los dueños del auto se
turnaban para felarlo y todo era un festín en el auto. Cuando uno le lamía el
miembro, el otro lo besaba profundamente, luego cambiaban de lugar o compartían
la fellatio doble que hacía gemir al hombre maduro, él demostraba su delirio
moviéndose como un actor porno.
Al momento pasaron algunos por el lugar y les pareció que
los habían visto. No podían seguir ahí. Entonces acordaron con José ir a la
casa y seguirla a puertas cerradas...
El hombre moreno se bajó y no podía disimular la tremenda
erección que había conseguido la pareja gay en él. Sí, no les comenté, era una
pareja, muy jodona, les encantaban los tríos y el sexo compartido a full.
Unos minutos más tarde entraban el auto en el garaje de la
casa. Detrás de ellos llegó José con su auto.
Lo recibieron muy bien. Charlaron brevemente pero los tres estaban
muy excitados. Pasaron a la habitación, apenas entraron se abrazaron, luego se
prodigaron besos, chupadas y caricias mutuas y el clima fue subiendo de
temperatura… José deseaba penetrar a Agustín, porque tenía un culo fuera de
serie. Y el joven de la pareja deseaba sin duda la pija del maduro, era un
miembro grueso y muy oscuro, erecto tenía un glande marrón claro y estaba
curvado levemente hacia abajo, Agustín fascinado lo chupaba con delicadeza y le
prodigaba su mejor fellatio. De a ratos Carlos comía del mismo fruto oscuro y
hacía gargantas profundas que deleitaban a José.
Luego de un buen rato, se miraron con Carlos morbosamente y
todo estaba dicho. Agustín se lubricó el ano mientras Carlos le colocaba a José
el preservativo con la boca.
Luego Agustín se sentó sobre la enorme verga, que entró
suave y lentamente en su culo espectacular. Gemían los dos y se movían al mismo
tiempo con movimientos lentos y precisos.
Carlos había encendido la luz para ver el coito y frente a
ellos comenzó a masturbarse y a pedirle a Agustín que dejara a José hacerle lo
que deseara.
El mayor lo puso de espaldas y comenzó a sacudirle dentro
toda su verga. Luego lo puso de costado y por último boca abajo mientras
bombeaba con fuerza su miembro enorme dentro del culo del fascinado Agustín.
Carlos se masturbaba y movía la cabeza no pudiendo creer la extraordinario
cogida que estaban dándole a su novio.
El mayor era un experto y exhibía su hermoso cuerpo desnudo
moviéndose con los más sensuales movimientos mientras le decía al pasivo frases
obscenas y le hacía preguntas eróticas.
-Así lo quieres? Quieres toda? –le preguntaba José, mientras
se montaba arriba de su cola, como un jinete experimentado cabalga a su yegüa
joven y golosa.
-Te gusta cómo me lo como? - Le preguntó el activo descarado
a Carlos y él asintió delirado mientras apuraba la paja.
En un momento José se detuvo y sacó su pija de dentro de
Agustín, retiró el condón, se puso de pie sobre la cama y Carlos y Agustín se
pusieron de rodillas, comenzaron a chupársela así, húmeda, llena de olor a
deseo y a placer.
-Quieres más? –Le preguntó el nuevo amante a Agustín.
-Sí, méteme toda la pija esta vez. Aludiendo a que fue
delicado no penetrandólo hasta la base del tallo de su verga en la primera
penetración.
Carlos nuevamente le colocó el condón con la boca a José y los
dos se la chuparon con el preservativo puesto.
El activo lo puso de nuevo en cuatro a Agustín y lo penetró
de un solo empujón. El macho sacó del más joven ayes de dolor mezclado con
placer. Sólo se veían los oscuros testículos de José bailotear en la puerta del
culo y a Carlos mirar de cerca encantado con la situación.
Las palabras obscenas volvieron. Agustín le decía cosas al
amante maduro que no se hubiera animado a decir delante de su pareja si no
estuviera tan excitado y envainado con semejante sable.
La penetración era intensa y los dos cuerpos se sacudían en
la cama. Luego de un rato, sin sacar la pija, José lo acostó a Agustín sobre la
cama y le hizo el misionero, con tremenda violencia. Lo volvió a poner en
cuatro y le incrustaba su miembro con tal fuerza que Agustín gritaba sin pudor
que se la metiera así, con todas las fuerzas. El pene de José salía mojado con
un poco de sangre.
Viendo que iba a acabar, José sacó su pene erecto y lo
sacudió sobre las nalgas de Agustín mientras miraba a Carlos y se masturbaba
con energía.
-Como no te lo coges, me lo como yo, mira como le tiro mi
leche. Dijo José y comenzó a eyacular chorros muy fuertes de esperma sobre las
nalgas y la espalda de Agustín, que pedía semen a gritos.
El amante anónimo se fue a limpiar y Agustín y se acostó
boca arriba, para masturbarse y tener su climax. Carlos se masturbaba a su lado
y José, que ya había vuelto del baño, le metía su pija todavía dura en la boca
a su amante bombeando su miembro hasta los testículos dentro de la cabedora
boca del pasivo. ´De pronto vino el espasmo y el delirio de la pareja que
eyaculaba al mismo tiempo. Los gemidos de Carlos se mezclaban con los de
Agustín, que eran ahogados por José que ahora le daba besos suaves y lo acariciaba.
Pasaron un par de meses de aquella noche deliciosa. Agustín
y Carlos tuvieron muchos compañeros de joda luego de ese hecho, pero recordaban
a José mientras cogían. Un día, mientras buscaban algún amiguito sexual para
gozarlo juntos quedaron mudos y pálidos al ver que en un sitio social estaba
aquel amante moreno de enorme verga, vestido con ropas de cura en un casamiento…
El compañero de trío usaba su nombre verdadero cuando salía de joda. Era el “padre”
José. Con cara de casto y muy moderado sonreía con su túnica blanca. La pareja
gay no podía creer que los hubiera engañado un cura y que habían estado en la
cama con un miembro de la Iglesia cogiendo como salvajes...
Agustín, muy impactado, le confesó a Carlos que no sabía su
condición, y que habían tenido media docena de encuentros, los dos solos, luego
de aquel trío delirante. El cura había sido un amante delicioso durante varias
semanas y hasta habían cambiado los roles y Agustín se había comido su cola en
varias oportunidades…
Carlos fingió preocupación porque habían descubierto a José
como cura, pero la revelación le dio los mejores motivos para pajearse con todo
ese morbo encima en varias oportunidades. Era delicioso imaginarse a un cura
dando misa si lo habías visto como un fogoso amante gay cogiendo con tanta
maestría... Sin duda, el padre José había sido uno de los mejores en la cama.
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