Valió la pena la espera...

 Se conocieron una tarde en el centro de la ciudad. Fue solo por casualidad que se cruzaran, se miraran, al principio distraídamente y luego con fijeza. El era un hombre maduro, moreno de contextura promedio, alto y muy buen mozo. Su tez de un tono cobrizo oscuro y brillante evidenciaba su ascendencia árabe y lo hacía más interesante, y su mirada brillosa de ojos negros lo volvían irresistible para quien lo mirara.

Se detuvo al cruzar la acera, se dio vuelta y el muchacho estaba ahí. Era un lindo moreno, en sus 25 años, pecho amplio, espaldas bien formadas que remataban en un culo de curvas perfectas y erecto, que invitaba a tocarlo, a comerlo... El hombre mayor lo miró de arriba a abajo y se detuvo en sus partes bajas.

-Hola, ¿cómo te va? Le preguntó y al hablar delató su acento extranjero.

-Hola, todo bien. Me llamo Alejandro, ¿vos? -preguntó el más joven.

-Yo soy Yamil-, y le extendió la mano, que estaba fría y húmeda de deseo.

Hablaron brevemente y se comían con la mirada. Se preguntaron qué onda tenían, concordaron en sus roles y eso los excitó a ambos, pero lamentablemente no tenían tiempo ni lugar para hacer nada, así que se pasaron los celulares y se despidieron con un beso en la mejilla, casi en el límite de los labios, o quizás dentro de ellos...

Yamil le miró el culo mientras se alejaba, Alex presintió esa mira “penetrante” y movió su cola con insinuada sensualidad… Al fin los dos se perdieron de vista.

Los días pasaron y ninguno llamó al otro, así pasaron como seis meses, hasta que un día le llegó un mensajito a Alex; era de Yamil que no aguantaba su calentura, le decía que lo deseaba y le preguntaba si quería hacer algo. Aunque los mensajes despertaron el apetito de Alex, no pudieron hacer nada, porque ese día estaba en casa, con Pablo, su pareja...

Se siguieron mensajeando por un tiempo, prometiéndose gozos y fantasías que no encontraban su momento, hasta que un día, casi como un año después de conocerse se volvieron a ver no muy lejos del primer lugar, y el deseo volvió a encenderse. Ese día sí podían y quedaron en verse más tarde, entre las 20 y las 22, en casa de Alex.

Yamil estuvo caliente toda esa tarde, con el miembro semi erecto y le molestaba porque era un bulto grande entre sus piernas, deseaba a Alex y quería penetrarlo y gozar esa cola deliciosa que tanto lo calentaba.

Llegó a la casa del joven puntualmente y Alex lo hizo pasar directamente al dormitorio. Dijeron pocas palabras, con la respiración entrecortada por la excitación y la tensión sexual que había, allí se besaron apasionadamente durante un largo rato.

Las manos del más joven encontraron el enorme bulto de Yamil. Se sintió deleitado con la enormidad que pronto tendría dentro de él. El mayor buscó con sus manos expertas las nalgas turgentes del pasivo y las acarició con lascivia, como preanunciando la posesión que haría de ellas.

Luego Alex bajó nervioso la cremallera del jean de Yamil y se dio cuenta de que no iba a poder sacar el pene de su amante si no desprendía el pantalón, lo hizo y bajó lentamente hasta quedar de rodillas frente al bulto del mayor. Era muy grande y grueso, característico del macho arábigo, estaba cubierto por un boxer blanco que resaltaba sobre la piel oscura y brillosa de Yamil.

Besó en medio a la protuberancia y metió la mano hasta dar con el enorme glande oscuro y húmedo de su compañero sexual. Lo supo muy grueso, porque lo sacó y vio un poco asustado lo que le esperaba, tendría unos veintidós centímetros de largo, y , estaba durísimo y muy caliente.

 Apenas lo tomó suavemente, disfrutándolo, Alex se dispuso a masturbarlo suavemente. Yamil se estremeció y suspiró, mientras su amante jugueteaba con su lengua morbosa alrededor del frenillo de la verga cabezona y venosa. Al fin fue tragándola con lentitud, deleitándose con cada centímetro que le entraba del miembro erecto hasta donde pudo y lo empapó de su saliva abundante y espesa

El hombre maduro respiraba entrecortado y su verga se endurecía y latía en la boca del hábil muchacho. Luego ambos cayeron en la cama y la fellatio entretuvo largamente a los dos amantes. Yamil empujaba y el joven se ahogaba tratando de tragar el enorme miembro, lo intentó hasta que pudo lentamente, conteniendo el aire, engullir la verga entera hasta los testículos. Su macho se curvó de deleite hacia atrás y terminó de introducir la totalidad de su pene en la boca de Alex, que lo logró repetir una y otra vez, poniendo al hombre mayor al borde del orgasmo.

Cuando no se la chupaba los amantes suspiraban y entre besos de lenguas y abrazos entrelazados sus cuerpos desnudos se retorcían en la cama. La verga de Yamil latía húmeda entre los labios de Ale, que con destreza tenía ya un condón en la boca, lo fue deslizando hasta que quedó colocado perfectamente. Luego, sin decir palabras, el más joven se puso en cuatro el maduro comenzó a lamerle el ano, con pasión le hundía la lengua en el orificio oscuro del pasivo y le daba mordiscos suaves en las nalgas.

El chico le rogó al mayor que lo penetrara, porque no daba más de deseos. Se lubricó mientras el adulto estiraba el condón de pie, en el extremo de la cama. Comenzó de inmediato a intentar avanzar con su verga en el orificio anal de Alejandro. No fue nada fácil, los ayes de dolor del joven pudieron parar con dificultad al enardecido Yamil que empujaba para estar de una vez dentro del chico.

Yamil se retiró para que Alex se lubricara con abundante gel. Luego acometió de nuevo y el enorme miembro entró completo en las entrañas ardientes del muchacho, que se desplomó muy adolorido sobre la cama, entregado a su dueño sexual. El mayor comenzó a moverse lentamente arrancando gemidos de placer y de dolor de Alex, que al rato, pedía toda la verga. El mayor lo “montó”, así se sacudían el jinete y la yegüa, hambrientos de más sobre la cama, en medio de palabras sucias y gemidos de placer. Yamil no tenía piedad y hendía su gigantesca virilidad separando las nalgas del muchacho, entre los gritos contradictorios de Alex, que pedía más y que, al mismo tiempo, daba ayes de dolor.

El activo lo penetraba muy duro, sin detenerse durante varios minutos. De pronto el maduro dio unos empujones más, y se detuvo con el pene enterrado entre las piernas del pasivo: la eyaculación fue un delirio de gozo. Los latidos del miembro se sintieron con fuerza en las entrañas adoloridas de Alex. El semen abultaba la punta del preservativo y Alex gritaba de placer.

Luego de un momento de descanso los dos cuerpos pidieron más de esas delicias y comenzó de nuevo la penetración total, esta vez de frente, con las piernas de Alex bien abiertas y Yamil dominándolo totalmente. Los movimientos intensos hacía doblar de dolor al chico y de placer al mayor que se veía en el espejo apuñalando con su verga a su joven amante. Besos, mordiscos, lamidas en las orejas y Alex sintió de pronto llegar a un climax brutal, mientras estaban fuera de sí. Al mismo tiempo Yamil volvía a descargar todo el semen de sus testículos en el recto adolorido del joven, que disfrutaba doblemente. Alex había acabado masturbándose con frenesí y salpicando su esperma abundante por todas partes, hasta en los labios de Yamil, que se relamió con el semen del muchacho.

Quedaron tendidos, dándose besos dulces y breves por un buen rato. Luego Yamil, temiendo que llegara la pareja de Alex se despidió prometiendo otro encuentro a su fascinado amante, pero no volvieron a verse, ambos se perdieron, pero no sus recuerdos de esa noche de placer delirante.

Cuando se excitaban con sus parejas actuales recordaban esas imágenes y eyaculaban con fuerza, o la masturbación solitaria llegaba a su fin con las manos chorreadas de abundante semen de sus fantasías. Siempre el recuerdo ardiente fue el delirio de ambos amantes y motiva la esperanza de volver a disfrutar de esa manera el cuerpo deseado del otro.

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